Quería dar un giro profesional a mi vida, pero lo que me encontré allí fue algo más. Me desplacé desde Madrid hasta Las Palmas de Gran Canaria, me acerqué hasta el centro unos días antes de comenzar el curso y como si alguien me susurrase al oído, sentí que allí todo estaría bien. En nuestro primer encuentro sentí una conexión directa con el espacio y con Libby, la directora de Pure Yoga Canarias. Tenía ante mi a una mujer que con honestidad y humildad quería compartir su conocimiento, que no tenía miedo ni vergüenza de hablar abiertamente de su pasado con todo lo que ello conlleva y que nos abría las puertas hacia un espacio seguro, donde lo primero que nos dijo fue:

Yo no os voy a enseñar nada, todo está dentro de vosotras.

Para mí, este viaje ha sido una sanación, un espacio donde olvidar esa competición conmigo y con las demás, un lugar donde valorarme a mí misma, a mi cuerpo, un espacio donde avivar mi fuego interior, fluir ante la vida, ondearme con el viento ante las dificultades del camino, enraizarme a la naturaleza y entender que en el mundo hay espacio suficiente para todos. Sentirme querida, sostenida por un grupo de mujeres valientes, empoderadas, conscientes que conviven en paz y armonía entendiéndose distintas y especiales.

Cuando vi entrar a Karla, con su belleza, su fuerza y su exuberancia pensé como si se tratase de algo inalcanzable

“Ojalá yo también tuviese esa fuerza”

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Y cuando empezó a hablar no solo vi esa fuerza en sus ojos, sino también una bondad increíble en sus palabras, una humildad, una cercanía. Me sentí como en una tribu, donde todos aportamos algo, todos sumamos y ayudamos a que nuestra comunidad crezca, ayudándonos las unas a las otras, valorando y viendo los atributos de cada una. Gracias Karla por ser una mujer de pies a cabeza. Gracias por tu sororidad y tu sonrisa. Gracias por tu cercanía, por acariciar mi corazón con el brillo de tus fuertes manos, gracias por cada detalle que has tenido con nosotras. Gracias por ser un ejemplo a seguir.