En un día de cansancio y mucho movimiento emocional, cómo podemos sentirnos lo suficientemente inspiradas/os como para dar de nosotras/os lo mejor que tenemos en nuestro interior?

 

Puede parecer complejo pero realmente es una practica sencilla que nos ayuda a bajar el ritmo y rendirnos ante lo que realmente necesitamos.

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Silencio y paz.

No subestimemos la importancia de desacelerar como parte de nuestro autocuidado. Pausar, hacer las cosas más lentas, atrasar fechas límite o reorganizar actividades para poder ir un poco más lento para dejar de sobre exigir al entorno y sobre exigirnos a nosotras mismas.

Darnos espacio, silencio, y pausa aun estando en la compañía de la familia puede ser un gran reto, y puede parecer inalcanzable pero es posible y es también algo muy gratificante para todos los integrantes del grupo.

No tratar de resolver ni comprender todo automáticamente y tomar una pausa (aunque no haya calma), pausa a pesar de la costumbre de no parar. Lentitud a pesar de la costumbre de ir cada vez más rápido. Desacelerar en un mundo que parece cada vez más acelerado, son espacios necesarios de habitar para todos. Solo desacelerar por ahora ya es un montón, lo demás irá moviéndose a su ritmo.​

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Si esta rapidez te esta afectando a ti, imagina lo que puede estar causando en tus hijas/os. El estrés que acompaña a las personas es capaz de crear desequilibrio en las emociones y las acciones que tomamos. Adultos y niños que no viven en el amor, sino en el miedo, no pueden amar, solo defenderse.

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Te acompaño a aprender a usar las herramientas básicas de mindfulness con las que nutrir tus reservas de paciencia, tolerancia y alegría. Desarrollar el gusto por la practica te mantiene en equilibrio para vivir entre el estimulante esfuerzo y el tan necesario descanso. 

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